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Año caliente y con amenaza nuclear: el triunfo de Trump, la escalada en Medio Oriente y un Occidente en crisis

La conflictividad en Medio Oriente y Ucrania acaparan las miradas internacionales mientras la amenaza nuclear entre Rusia y los EE.UU. viene siendo noticia.

El aumento de la temperatura global sigue ofreciendo tema de conversación a nivel mundial y Donald Trump, tras una muy reñida batalla electoral definida el 5 de noviembre, a comienzos de 2025 asumirá por segunda vez como presidente de los Estados Unidos. Esto, desde una posición de mando suprema para un líder que niega el cambio climático a pesar de que sus consecuencias se hicieron sentir en el número en aumento de personas en el mundo consideradas «refugiadas climáticas» entre conflictos, sequías, inundaciones y hambrunas.

Este año superó al 2023 como el más caluroso jamás registrado y 1,5 °C por arriba de los niveles preindustriales. Octubre fue el mes más cálido al registrar 1,65 °C por encima de la media. En consecuencia, de las más de 120 millones desplazadas a la fuerza en el mundo, el 75% habita en países seriamente amenazados por el cambio climático y, al respecto, el compromiso alcanzado en la COP29 de ofrecimiento de ayuda a naciones subdesarrolladas por casi u$s 300.000 millones anuales, a partir de 2035, fue juzgado insuficiente por muchas voces críticas de este acuerdo.

En materia de conflictos armados, 2024 generó muchas noticias. Pero, al referirse a los más importantes del mundo, los medios consideran Ucrania y Gaza y, sin embargo, olvidan otros escenarios invisibilizados, como la guerra civil en Sudán, actualmente la peor crisis humanitaria global que ha provocado en poco más de un año y medio que más de 14 millones hayan huido de sus hogares, el colapso total de los servicios, la mitad de la población bajo inseguridad alimentaria aguda.

Respecto del venidero mandato de Trump, inyectando cierta esperanza y diferenciándose del ala demócrata en el poder, el futuro ocupante de la Oficina Oval garantiza ser capaz de desactivar uno de los grandes conflictos armados que no se apaciguó durante 2024, la guerra en Ucrania, tras haber ayudado Washington a Kiev financieramente y envío de armamento a lo largo del año, mientras Putin sumó respaldo directo norcoreano para contrarrestar la ofensiva ucraniana en Kursk.

De buenas relaciones con el presidente ruso Vladimir Putin, en contraste del escenario de escalada nuclear entre Biden y Putin, Trump construyó en parte su campaña electoral como capaz de lograr la paz en el frente ruso y para ello se reunió a finales de septiembre con el mandatario ucraniano Volidímir Zelenski tras haberlo hecho la candidata demócrata y actual vicepresidenta estadounidense Kamala Harris. En efecto, esta última, a quien Trump derrotó por 292 a 224 electores, fue partidaria de un apoyo incondicional a Ucrania, mientras el presidente electo ha puesto en duda dicho respaldo.

Antes de finalizar su mandato Joe Biden autorizó al ejército ucraniano a utilizar misiles estadounidenses, decisión que Trump criticó y a la que Putin respondió con la posibilidad, una vez más, de empleo de armamento nuclear para reavivar fantasmas de una eventual Tercera Guerra Mundial.

Otro frente conflictivo que no cedió ni un centímetro fue el de Medio Oriente, la muy crítica situación en Gaza, que entre 2023 y 2024 sobrepasó las 43.000 víctimas, a la que se sumó el agravamiento de la situación por el choque directo, inédito en la historia, entre Israel e Irán en parte por bombardeos del grupo terrorista Hezbollah en el norte de israelí durante meses. Este accionar fue respondido por bombardeos y una operación terrestre del ejército israelí sobre el sur del Líbano a fines de septiembre, tras acusaciones a Israel de haber cometido explosiones de beepers y walkie-talkies con saldo de más de 30 muertes y miles de personas heridas en diferentes regiones libanesas.

El conflicto en Gaza sobrepasó las 43.000 víctimas.

Pero antes, en abril, Irán había lanzado cerca de 300 misiles en suelo israelí neutralizados por los sistemas de defensa, todo ello en represalia por un ataque de Israel al consulado iraní en Damasco. A comienzos de octubre, Tehéran volvió al ataque con drones y misiles en respuesta al asesinato del líder de Hamas, Ismael Haniyeh, y también el de Hezbollah, Hassan Nasrallah. La respuesta de Tel-Aviv consistió en bombardeos a objetivos militares en territorio persa unos veinte días más tarde.

En noviembre se dieron nuevos ataques israelíes a objetivos libaneses de Hezbollah, con saldo de decenas de muertes en pocas horas. En total, desde el año pasado, murieron más de 3.500 civiles y 1,2 millones abandonaron sus hogares en Líbano. Frente a esta conflictividad, Trump anunció que planea alcanzar el cese del conflicto total pero no explicó cómo lo haría. Sin embargo, se dieron algunos acercamientos pues, a fines de noviembre, se firmó un acuerdo de cese del fuego entre Israel y la agrupación terrorista libanesa.

 

Juego electoral crispado, crisis y protestas

 

 

Esta vez los resultados electorales surgidos el 5 de noviembre del ‘Supermartes’ no generaron el revuelo de comienzos de 2021 cuando partidarios de Trump tomaron por asalto el Capitolio y, por el contrario, Biden y su futuro sucesor aseguraron una transición ordenada.

Quien se hará cargo de la presidencia a partir del 20 de enero próximo efectuó anuncios sobre la composición del gabinete y el cuerpo de asesores, por ejemplo, la responsabilidad para Elon Musk, el multimillonario dueño de X y SpaceX, a cargo de un área de ‘Eficiencia Gubernamental’, o Marco Rubio al frente de la Secretaría de Estado, entre otras designaciones. Lo que sí generó una gran conmoción fue el intento de asesinato del candidato republicano cuando en un mitin de campaña electoral en Pensilvania, el 13 de julio, recibió un disparo de arma de fuego que solo le hirió en la oreja en forma leve. El 5 de noviembre Kamala Harris rápidamente concedió la derrota tras emerger como rival del republicano al triunfar tres meses antes en la Convención Nacional Demócrata.

Sin embargo, las elecciones que provocaron mayor revuelo se dieron en Venezuela, el 28 de julio, y tuvieron en vilo al país (y al mundo) bajo presunciones de fraude y acusaciones al presidente venezolano Nicolás Maduro de manipular los resultados además de acallar fuertemente a la oposición. Al momento que varias consultoras y otros partícipes dieron como ganador al candidato opositor Edmundo González Urrutia, Maduro rechazó los resultados y convalidó la versión del Consejo Nacional Electoral (CNE) según la cual el sucesor de Hugo Chávez ganó los comicios con más del 51 por ciento de los votos.

González se exilió en España y su mentora, María Corina Machado, pasó a la «clandestinidad». Rápidamente emergieron numerosas protestas en contra del triunfo anunciado por el oficialismo que resultaron reprimidas. En un ambiente enrarecido, el informe del panel de expertos de Naciones Unidas rechazó los resultados juzgando que el sufragio careció de transparencia, a lo que el CNE respondió declarándolo traidor. Tal crisis generó al menos veinticinco muertes, numerosos arrestos y graves cruces diplomáticos con varios de los países de la región en algunos casos con ataques y/o cierres forzados de las sedes diplomáticas sitas en Venezuela.

El mundo entero se dividió entre quienes apoyaron el resultado anunciado por el oficialismo venezolano, quienes mostraron escepticismo y, en una tercera postura, el rechazo. Brasil, Colombia, México o Uruguay se distanciaron de Maduro al dudar de su victoria, en cambio exigieron transparencia y la publicación del conteo final detallado. En contraste, un número más reducido de naciones lo felicitaron, entre éstas Rusia, Irán, China, Bolivia y Cuba. Estados Unidos, Argentina e Italia instaron a que el titular del Palacio de Miraflores reconociera su derrota y acreditaron la victoria al rival González Urrutia.

Protestas y acusaciones al presidente venezolano Nicolás Maduro de manipular los resultados electorales.

En Brasil lo más saliente del año, además de haber sido cumbre del G20, fue la acusación al expresidente Jair Bolsonaro de haber instigado el intento golpista a comienzos de 2023 que buscó el derrocamiento del actual titular del Planalto.

Pero no todo es negativo. En febrero, Indonesia, la tercera mayor democracia del mundo, votó con bastante normalidad. En América latina, también México, El Salvador y Uruguay atravesaron procesos electorales sin mayores complicaciones. En los dos primeros países, el oficialismo garantizó continuidad. En el caso mexicano, por primera vez gobierna una mujer, Claudia Sheinbaum, quien obtuvo una victoria contundente con el 57% de los votos para mantener el recorrido del saliente Antonio Manuel López Obrador (AMLO).

En El Salvador el ultraderechista Nayib Bukele aseguró la reelección con una aplastante victoria en febrero, de más del 80% del sufragio, que convalida los logros de una gestión de una figura considerada rupturista en la política latinoamericana. Uruguay contrastó con los dos países anteriores. A finales de noviembre se rompió la continuidad oficialista de forma prolija al ganar en segunda vuelta el candidato del Frente AmplioYamandú Orsi, para una agrupación que vuelve al poder luego de una pausa de cinco años gracias al padrinazgo del expresidente José «Pepe» Mujica.

 

El mundo amenazado, pero sobre todo… Occidente

 

 

El cambio climático continuó haciendo de las suyas y lo más impactante fue la destrucción generada en España por la DANA en la comunidad valenciana, a finales de octubre. Se trata de un fenómeno atmosférico recurrente pero más intenso este año al descargar toda su furia en varias localidades periféricas a la ciudad de Valencia tras el desborde de un río, con cifra superior a las 200 víctimas fatales, más de una decena de personas desaparecidas, acusaciones de negligencia al gobierno local (del Partido Popular, PP) y repudio a la visita de las zonas afectadas por parte del monarca Felipe VI y su esposa Leticia.

Las consecuencias de DANA, un fenómeno climático que dejó 200 víctimas fatales y más de una decena de personas desaparecidas en Valencia, España.

En pocas horas cayó el equivalente a la lluvia acumulada de un año que, sumado a la magnitud de los daños materiales (solo 1.100 euros millones en el agro), ayudan a concluir que fue uno de los tres temporales más devastadores del último siglo en la región.

El área del Caribe también se sumó a las inclemencias climáticas con sucesivas tormentas tropicales en una temporada particularmente más severa y, por caso, extendiéndose a los Estados Unidos con el paso del huracán Helen, a fines de septiembre, el más destructivo en Florida en la última década, que provocó casi 250 muertes y daños materiales calculados en casi US$ 40.000 millones. Y estos fueron solo algunos de los fenómenos meteorológicos extremos más destacados de una región acostumbrada a sufrirlos.

Pero lo que más se ve bajo amenaza es la idea de «Occidente». A fines del año pasado Putin acusó a este lado del mundo de intentar destruir a Rusia. No es una novedad este discurso del titular del Kremlin. En otro año más de guerra transcurrida en Ucrania, la posibilidad de resolución del conflicto parece lejana y la retórica se enciende aún más en esa clave discursiva de polarización ideológica y cultural planetaria.

A propósito, el presidente ruso apuesta a un realineamiento de Moscú en un nuevo esquema multipolar para reforzar el desafío frente al liderazgo tradicional occidental, más que nada en referencia a los Estados Unidos y la Unión Europea, buscando aliados en China y otros países. Estas tácticas se evidenciaron en la última cumbre del imponente grupo BRICS, bloque extendido que a partir del 1° de enero sumó importantes ingresos: Irán, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Etiopía, quedando «invitado» Arabia Saudita.

Mostrando el poderío del bloque, surgieron intenciones de unirse de una decena de países admitidos en tanto socios como Bielorrusia, Cuba, Tailandia o Vietnam. El encuentro fue celebrado a fines de octubre, en Kazán, Rusia, para demostrar el liderazgo de Putin y evidenciar sus excelentes vínculos con los miembros del grupo, sobre todo China, objeto de los ataques de Trump en su guerra comercial y arancelaria bajo la prédica del proteccionismo económico que su discurso defiende acérrimamente al prometer el aumento de aranceles a las importaciones chinas a un 60% bajo la realidad de un gigante asiático que cruje.

De todos modos, China y los Estados Unidos comparten espacio en el G20, cuya cumbre este año se celebró en Río de Janeiro, en noviembre, con el presidente Lula da Silva como anfitrión. Pese a varias diferencias profundas, como los posicionamientos en materia de los conflictos armados más salientes, la reunión comenzó con un importante consenso suscripto por todas las partes y ampliado por fuera del foro, la creación de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza en atención a que casi 750 millones de personas en el mundo sufren subalimentación.

También hubo inasistencias llamativas a la foto principal del encuentro, la del presidente Biden, la de la mandataria italiana Giorgia Meloni y la del Primer Ministro canadiense Justin Trudeau, originando ciertas dudas y suspicacias sobre el funcionamiento del G20.

Otra arista de la supuesta amenaza que sufre Occidente refiere al tema de las migraciones. Sobre esta cuestión se expidió bastante Donald Trump durante la campaña presidencial, partidario de una política de «mano dura» frente al asunto. Las migraciones, presentadas como un problema securitario, contribuyeron a reforzar la visión de «Europa fortaleza» a lo largo de los últimos meses. El Mediterráneo continúa siendo una ruta peligrosísima de migración, pero no la única, con casi 1.400 personas fallecidas y desaparecidas en sus aguas durante 2024.

Sobre el tema, las posturas predominantes son más de cierre y eso atrae a grandes electorados. Así, en la Unión Europea este año imperó el modelo de expulsión en base a compromisos políticos y económicos acordados entre países comunitarios rechazantes y ajenos a la UE que recibirían a migrantes con denegación de permisos locales para hacerse cargo de su circulación. El caso que inauguró este modelo de deportación fue el suscripto por el gobierno de Meloni con su par de Albania.

Se habían dado antecedentes de lo último, el Reino Unido llevó a cabo ese esquema para replicarlo con la lejana Rwanda, pero el cambio de administración a la gestión laborista, que llegó al poder en las islas a comienzos de julio de la mano del mandato del Primer Ministro Keir Starmer, desactivó el plan.

En el país africano gobierna hace 30 años Paul Kagame, fiel aliado de Downing Street, marcando en 2024 el final del genocidio rwandés en sus tres décadas de aniversario. El citado líder obtuvo su cuarto mandato consecutivo con un muy llamativo 99,18% del sufragio en julio. Por su parte, Donald Trump sumaría al rwandés como socio en un tema clave, reflotar Rwanda como país de deportación migratoria, desde los EE.UU., como no pudo ser para el Reino Unido.

Otro ejemplo de la pérdida del poder de «Occidente», además de la crisis gubernamental en Alemania que sintomatiza el fin del «milagro económico» en el corazón de la UE, responde a la trayectoria francesa, aquejada por sucesivas crisis y que comenzó este año con una nueva designación de Primer Ministro, de la mando de Gabriel Attal, como para reavivar la gestión de Emmanuel Macron.

Sin embargo, las elecciones legislativas, celebradas entre fines de junio y principios de julio, con el sorpresivo triunfo de la alianza izquierdista Nuevo Frente Popular (NFP) jaquearon de nuevo al gobierno de Macron quien se vio obligado a gobernar en coalición y por ello nombró Primer Ministro a Michel Barnier, a quien le tocó negociar para no verse obligado a renunciar.

Además, en el plano doméstico la situación no es fácil pues Francia en 2024 vivió protestas de diferente índole. A comienzos del año se produjeron ante un proyecto de ley de inmigración, pero los desafíos más ríspidos son el paro de transportistas y el del sector agrícola que a comienzos de año paralizó al país en rechazo al acuerdo suscripto entre la UE y el Mercosur, conflicto todavía no resuelto.

Pero en el plano exterior las cosas no van mejor. Nueva Caledonia y Martinica son dos territorios dependientes que atravesaron graves tensiones este año. En el archipiélago oceánico se declaró el estado de emergencia en mayo por manifestaciones frente al rechazo del cambio en el status de autonomía que, según los sectores críticos, pudiera reforzar la dependencia hacia Francia. En el Caribe, la pequeña Martinica sufrió protestas en septiembre debido a una situación de carestía y alza acelerada de precios. En ambos casos, la respuesta del gobierno metropolitano fue la movilización del aparato de seguridad y la represión.

El sentimiento antifrancés es visible también en África y eso se manifestó en Senegal cuando un candidato rupturista respecto del Elíseo ganó elecciones a finales de marzo, aunque su proceder luego se ha moderado considerablemente. Cerrando el capítulo de las relaciones franco-africanas, los Juegos Olímpicos de París permitieron pasar revista al tema cuando la delegación argelina ofrendó flores al río Sena en homenaje a la masacre ocurrida en la capital francesa en octubre de 1961 en el contexto de la guerra de independencia en Argelia.

Momentos de profundas reflexiones y cambios trascendentes, en un año agitado en el mundo.

 

Publicado en:

https://www.cronista.com/apertura/empresas/ano-caliente-y-con-amenaza-nuclear-el-triunfo-de-trump-escalada-en-medio-oriente-y-un-occidente-en-crisis/

Revista Apertura. Anuario (diario El Cronista Comercial), N° 372, diciembre de 2024. Versión web.

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