Un poema sobre el sentir negro en la Argentina del siglo XIX
Se encuentra en la obra literaria de un desconocido autor negro, Mateo Elejalde, cuyos datos más básicos no se saben, como fechas de nacimiento y muerte. Publicó buena parte de sus versos en el periódico afroargentino «La Broma», donde apareció su obra entre febrero de 1881 y diciembre de 1882. Ubicada dentro del canon romántico de la época, se reproducen a continuación los versos del poema «La redención» (publicado el 3 de febrero de 1881) que ilustra la marginación de la gente de color en esa época. Además, resulta un enriquecedor ejemplo para pensar en contra de la tesis que propugna el mito de la desaparición de los negros en Argentina, puesto que el poema apareció en un momento clave de la constitución del Estado-Nación argentino, cuando el sentido común y los estadistas daban por sentada la desaparición física del afroargentino, producto de las guerras, el mestizaje, las enfermedades y la propia condición de pobreza.
El poema, donde aparece la noción de progreso como el resultado de la lucha colectiva y la dicotomía entre lo «pálido» (como reflejo de la «Argentina blanca») frente a lo negro que debe redimirse -en conjunción con el lenguaje religioso-, expresa así:
Ya sonó la hora anunciada
En que una raza oprimida
Empieza á entrar en la vida
De sublime redencion;
Por fin … la pálida noche
Que nuestro cielo cubria,
Nos anuncia un bello dia,
De dulce resurreccion.
Si; levantemos la frente,
Recibamos sus fulgores
Y en sus cambiantes colores,
Inspirémonos tambien;
Que templen nuestras ideas,
Los rayos que el sol envia
Y alienten el alma fria
Los destellos de su sien.
Sigamos apresurados
El anchuroso camino,
Luchando con el destino
Y la misma adversidad;
Sigamos siempre adelante,
Lleno de anhelo fecundo,
Que tambien en este mundo
Hay una posteridad…
Sigamos siempre adelante,
No nos detengan las barreras,
Y sea nuestra lumbrera,
El pensamiento veloz:
Ese alado mensagero
Que cruza espacios y nubes
Y que hasta los cielos sube
Elevando el alma á Dios.
Si; adelante-levantemos
Nuestra mirada, altaneros
No nos abata el pampero
Con su furia sin igual,
Luchemos con fuerte brazo,
Recordando el dulce nombre
Del Hijo Eterno del Hombre
Que salvó la humanidad…
Adelante, sí! adelante,
Cada vez con más constancia…
Odio eterno á la ignorancia,
Amor a la educación!
A la educación divina,
Inestinguible lumbrera
Y celeste mensagera
De sublime redencion.
Muchas gracias por ponerme en contacto con esta parte de la historia y la literatura, hasta hoy totalmente desconocida por mí. Un abrazo.
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