La Argentina no seduce al capital extranjero
Desde el estallido de la crisis subprime, la tasa de inversión extranjera directa (IED) en la Argentina se encuentra en franco descenso. En 2010, el monto recibido fue de u$s 6.193 millones, 36% menos respecto a 2008. Según los expertos, la falta de garantías al derecho de propiedad y medidas como el control de cambios traban su ingreso y golpean la economía local.
En este sentido, la Argentina presenta una paradoja. Lo primero que se observa es que la IED tiene participación en el stock que se está generando hace décadas, pero esa realidad no se refleja en las cifras. «El problema hoy es que la economía nacional muestra escasa participación en la integración de cadenas de valor», puntualiza el ex director de la Cepal Bernardo Kosacoff, miembro del Consejo Honorario del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) y profesor en UTDT, UBA y Universidad Nacional de Quilmes.
Ricardo Theller, profesor investigador del Instituto de Economía de la UADE, explica que en la Argentina se conjugaron varios factores que explican la caída de la IED. Uno de ellos fue la clásica incertidumbre que se da en épocas electorales. «Se abrió una nueva etapa con el acto electoral por lo que, hasta las elecciones de octubre, hubo incertidumbre», señala Félix Peña, especialista en comercio internacional y director de la maestría en relaciones internacionales de la UNTREF. Cuando existe un proceso electoral, se abre un paréntesis para los inversores, el cual se comienza a superar, en el caso argentino, pasado octubre. Sin embargo, el problema con la IED se presenta en varios países como un producto de la crisis financiera internacional. Los números no conforman y en el primer semestre de este año se registró una caída del 30% en la tasa argentina. Este nivel bajo se pudo ver también, por caso, en Paraguay. «Si la tasa de inversión se mantuvo en la Argentina, se dio de tal modo porque se financió con ahorro interno, estando al 21% del PBI. En el resto de los países de la región se dieron aumentos o disminuciones poco llamativas en la IED», concluye Theller.
Existen problemas estructurales que explican por qué el panorama no es el mejor en estos momentos para nuestro país. Responde a un conjunto de desventajas demográficas y geográficas. La Argentina no posee un mercado interno muy amplio, lo que impide la generación de una economía de escala. «En efecto, la Argentina dispone de una densidad de población de entre 6 a 15 habitantes por km2, mientras que Brasil casi duplica tal cifra, llegando a 24, con una población cinco veces mayor», repara el profesor de UADE. Tampoco la geografía es una ventaja. El mercado interno es reducido. «Colombia, con una menor extensión territorial, dispone de 45 millones de consumidores frente a los 40 millones locales», agrega.
Pero además, el contexto institucional se ha deteriorado. «La percepción que tienen los potenciales inversores extranjeros respecto a las garantías sobre los derechos de propiedad es cada vez peor. Mientras en 1996 el índice de libertad económica alcanzaba a casi 75%, hoy llega al 52%», comenta Pablo Guido, analista económico de CADAL. El Doing Business 2012, informe del Banco Mundial que mide la facilidad (o no) que tienen los empresarios para hacer negocios en un país a partir de las trabas legales existentes, de una muestra de 183 países, ubica a la Argentina en el puesto 113. Algunos vecinos están mejor posicionados, como Chile (39), Perú (41) y Uruguay (90). De hecho, las medidas gubernamentales tomadas tras las elecciones recientes complicaron la situación porque implican trabas a la inversión, como la obligación de liquidar las divisas provenientes de las exportaciones, la repatriación de capitales (empresas aseguradoras) y los controles de cambios. «Es una regla de oro que donde se prohíbe o restringen las salidas de capitales se obtenga como resultado un menor ingreso de los mismos», explica Guido. «Un problema importante consiste en procurar solución definitiva a diferendos planteados a nivel internacional por empresas inversoras cuyos derechos fueron afectados por acción estatal en la Argentina», concluye Conrado Martínez, profesor en la Graduate School of Business de la Universidad de Palermo.
La realidad es que la IED es una fuente que nutre toda economía nacional. Si se piensa en el caso brasileño, aventaja a todas las economías de la región que están en franca desventaja. El PBI per cápita viene en tendencia creciente desde hace varios años en la nación verdeamarela y se explica por el hecho de que el país tiene un sector de clase media que practica un consumo de gran valor agregado, lo que disparó la apreciación del real en estos últimos años. «Los inversores observan los grandes números y en donde primero colocan la mirada es en Brasil», sentencia Theller. La renta per cápita aumentó un 27,1% entre 1996 y 2010. En 2010, llegó a u$s 10,80 superando la mexicana. «A partir de su dinamismo, Brasil ha reemplazado a varias de las multinacionales que invertían en la Argentina», acota Kosacoff.
El gigante vecino es el cuarto inversor en nuestro suelo, con un monto que traspasa los u$s 4.000 millones, cifra incluida entre los más de u$s 180.000 millones invertidos en el resto del mundo en 2010 entre los países emergentes, detrás de China y Rusia. «En suma, la IED cambia de origen en el mundo, y la Argentina no es la excepción. Los BRIC son generadores de IED», sintetiza O´Connor. «Se observa un gran dinamismo chino en la inversión en nuestro país en el rubro de los recursos naturales, el sector bancario, por caso, la compra del 80% del Standard Bank y otros», explica el profesor de la UTDT. China tiene un peso creciente de la IED asiática en el país. El gigante de oriente creó 2.000 puestos de trabajo en el período 2003-2008 y casi 50.000 en América Latina y el Caribe.
Mientras para los Estados Unidos, durante 2010 y 2011, la crisis financiera internacional implicó la restricción en su capacidad de inversión, siendo uno de los principales problemas para la economía argentina, el relevo lo está tomando China. «Después, muy por atrás, en menor cuantía se posiciona Holanda», sentencia Theller. El asiático, entre junio de 2010 y mayo de 2011, invirtió u$s 15.584 millones en el país, un 286% más respecto a igual período anterior, según Deloitte.
¿Luces verdes?
En estos días la compañía Emirates Airline anunció que conectará vuelos diarios desde Buenos Aires con Dubai, a partir de enero de 2012. Por su parte, la holandesa KLM, tras 10 años de ausencia en la Argentina, vuelve a aparecer con tres vuelos semanales que unirán Buenos Aires con Amsterdam. Son buenas nuevas que confieren esperanzas.
Si bien es cierto que se da una disminución en el flujo de IED en los últimos años, también acompaña un cambio cualitativo y una reorientación. «Mientras que en la década de 1960 la IED en el país se manifestó con la creación de nuevas empresas, los greenfields, en la actualidad se asiste a la adquisición de empresas por otras», compara Kosacoff. Si por el momento la crisis internacional está lejos de una solución, cabe esperar que la IED no mejore al menos en el mediano plazo. «Pretender que la IED vuelva a los niveles de 2008 es cuanto menos temerario», sostiene Maximiliano Uller, coordinador del área de Economía del Instituto Universitario Escuela Argentina de Negocios (IUEAN). En la comparación con otros países de la región resulta la percepción que remarca que el proceso no sólo es argentino sino global. En 2010, la IED se recuperó a nivel global, si bien está al 66% del total registrado en 2008, no obstante, superó en un 57% la tasa de 2009. «La recuperación de la IED recorre la senda de la ralentización del crecimiento en los países centrales», remata Uller.
Las inversiones importantes se van a acelerar con el tiempo. El potencial está dado. Se observan progresos en el sector agroalimentario y en el automotriz, donde en este último aumentará la presencia china. Los desafíos pasan por desarrollar algún tipo de fortaleza que presente el país, articular cadenas de valor y proyectos factibles de internacionalización, sumado a la mejora de la oferta energética, el desarrollo de la capacidad tecnológica y la relocalización de tareas de desarrollo en países emergentes, actividad en la que la Argentina participa poco. «En un país de mercado interno pequeño es indispensable diseñar ingenierías que permitan proyectos de escala internacional», indica Theller. En el plano político es necesario brindar confianza al inversor. «El objetivo de los próximos gobiernos argentinos debería ser cumplir con una agenda institucional que mejore sustancialmente la situación de los derechos de propiedad», advierte Guido.
«El interrogante principal consiste en indagar hasta qué punto se pueden desarrollar cadenas de valor», sentencia Peña. Los inversores deben seguir este dato, siendo el objetivo la producción para el mercado integrado. Es posible tener una presencia más activa en dichas cadenas. La Argentina tiene una oportunidad única y la percepción latinoamericana es más positiva que en otras ocasiones. «El país atraviesa una coyuntura que afecta a los países centrales y que, bien manejada a largo plazo, puede ser provechosa. La reorientación se da en la complementación con otras economías regionales y, en particular, se acentuará con los países asiáticos», explica el director en la maestría en UNTREF. «Es prioritario no centrarse tanto en el flujo de lo que sucede como enfocar la cuestión estructural. No es necesario ofrecer un panorama desalentador», concluye Kosacoff.
¿Dónde y cuánto ingresa?