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Cuando hay reelección no hay crisis

Cuando hay reelección no hay crisis

Cristina reasume mañana su segundo mandato al frente de la Casa Rosada. Igual que Carlos Menem en 1995, lo hace en un contexto favorable, en el que la economía jugó a favor de sus reelecciones. Por el contrario, los recambios presidenciales desde 1983 se sucedieron en tiempos traumáticos y la fortuna no siempre acompañó a los nuevos mandatarios.

Mañana las cámaras del país enfocarán al Congreso donde tendrá sede el acto de asunción, por un segundo mandato consecutivo, de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, tras obtener el 54% de los votos el pasado 24 de octubre. La Argentina atraviesa un contexto favorable si se compara con la crisis financiera que asola a los países centrales, aunque a la expectativa. Con un PBI de u$s 460.000 millones, una tasa de crecimiento en 2010 del 7,5% y el desempleo estable en 7,8%, el problema más acuciante es el 30% de la población debajo de la línea de pobreza y una inflación del 22%, según algunas mediciones privadas. Aprovechando la instancia venidera, un vistazo a las situaciones anteriores a otras asunciones desde el retorno democrático.

Renovar la esperanza
Dependiendo del momento, la asunción presidencial puede representar opuestos, si es de continuidad como en la actual oportunidad, o cambio. «En los momentos de cambio todo es pura expectativa por la nueva etapa que comienza», comenta Hugo Haime, director general de Hugo Haime & Asociados. Diciembre de 1983 fue el caso. El panorama en el que Raúl Alfonsín asumió era alarmante. Recibió una pesada deuda del gobierno militar. La crisis económica heredada llevó a los militares a entregar el poder, más el fracaso militar de Malvinas.
Desde el descalabro financiero de 1981, la crisis económica fue inmanejable y en 1982 se cortó el flujo de capital externo, mientras el PBI disminuía un 12%. El año 1983 encontró a la Argentina con un panorama negro: la deuda externa se elevó a u$s 46.000 millones, un 465% de aumento respecto de ocho años previos, el costo de vida hacia fin de año registró un aumento anual del 400%, mientras que el pago de servicios de deuda absorbía el 60% de las exportaciones, el desempleo era del 10% y el salario real descendió 15%.
Los militares anunciaron elecciones para el 30 de octubre. La sociedad volvía a despertar tras un letargo de siete años de silencio, en vientos auspiciosos que abrían la esperanza. Raúl Alfonsín obtuvo un inesperado 52% frente al 40% del peronista Italo Luder. «De todas las asunciones presidenciales, la de Alfonsín fue la más auspiciosa, porque el retorno a la democracia se sumaba a un nuevo gobierno», comenta Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. Sin embargo, a nivel económico el desafío era enorme. Aunque se pensó que el apoyo popular iba a ser un estímulo útil, el Gobierno siguió caminos similares al pasado, de consecuencias perniciosas. La inflación en abril de 1985 traspasó cuatro cifras: 1020,5%.
El entusiasmo inicial se fue diluyendo, a pesar de que Alfonsín hubiera convocado esperanzas bajo la promesa de reparación de los daños de la dictadura y la instalación de la UCR como partido de la democracia. «Sin embargo, hubo muchas dudas por temor a intervenciones militares», recuerda Manuel Mora y Araujo, director de Mora y Araujo. «Durante el gobierno de Alfonsín la expectativa fue puesta más en el proceso político que en el candidato», resume Diego Reynoso, investigador del Conicet y Flacso. El radical, ante un contexto de agitación social e hiperinflación, abandonó la Presidencia cinco meses antes de lo previsto, el 8 de julio de 1989. Un riojano carismático y de promesas populistas lo sucedió, al haber obtenido el 47% de los votos en mayo.
Casi una década más tarde, la crisis reapareció en era menemista. El país entró en recesión durante 1998, producto de la crisis en Brasil y el sudeste asiático. Durante 1999, el PBI cayó un 3,4%, se fugaron u$s 15.000 millones y, a principios de ese año, las exportaciones bajaron un 20%. El legado recibido del menemismo era duro: para octubre de 2001 la desocupación subió al récord histórico del 19% y un 35,4% la pobreza. En 2001, el PBI descendió el 4,4%.
La esperanza volvió a resurgir en las postrimerías del menemismo con quien buscó luchar contra los excesos de una «fiesta», sobre todo la corrupción. Fernando de la Rúa diseñó una coalición política denominada Alianza, en un manto de sobriedad y en desmedro de la «fiesta menemista» que había costado caro. Pero el camino hacia el abismo estaba abierto. La convertibilidad era el único elemento aglutinador, aunque estuvo sentenciada y a pesar de que los actores políticos pensaron que continuaría. A partir de ello se hizo la campaña electoral de 1999, mientras la Alianza, como principal fuerza opositora, intentó convencer a inversores incrédulos de que ella era la principal garantía para superar la recesión y mantener el modelo del 1 a 1. Sólo era necesario corregir sus defectos. Fue una buena promesa. La Alianza obtuvo el 48,4% de los sufragios frente al 38,3% de Duhalde. «El triunfo electoral de De la Rúa fue esperanzador porque se creyó que sin corrupción se resolvían los problemas de la convertibilidad», indica Haime.

Apagar incendios
La renuncia del entonces vicepresidente Chacho Álvarez el 6 de octubre de 2000 anunció el principio del fin. El gobierno de De la Rúa se caracterizó por la ineficiencia y la lentitud en la toma de decisiones. Mientras tanto, el déficit público trepó al 45% en 1999 mientras la convertibilidad continuó con apoyo popular (84,5% de aceptación en abril de 2000). Ante la recesión incesante, el Gobierno eligió aumentar impuestos juzgando lo menos impopular, pero no resultó. Todo se terminó de volver en su contra.
En mayo de 2000, se dispuso una quita del 13% de los sueldos públicos mayores a $ 1000. El Gobierno sumó la última medida impopular con el «corralito», que desató la ira de la gente en diciembre de 2001, con un saldo de 39 muertes. «La gestión de la Alianza despertó mucha confianza al combinar un gobierno legítimo y la continuidad de lo bueno con cambios en lo que no funcionaba. Por eso la frustración con ese gobierno fue tan grande», repara Manuel Mora y Araujo. Tras el paso de presidentes provisionales que ocuparon el mando apenas unos días, llegó Eduardo Duhalde para poner paños fríos a la situación, hasta mayo de 2003. «Una de las asunciones en un momento crítico fue la suya. La situación de fines de 2001 y el comienzo de 2002 fueron terribles», señala Reynoso. El nuevo presidente tenía escasa legitimidad electoral al asumir, si bien llegó con el respaldo amplio del Congreso y la sociedad.
También Carlos Menem llegó a la Presidencia en 1989 como una suerte de bombero. «De los presidentes electos, la situación económica más difícil fue la suya», reflexiona Fraga. Su asunción generó mucha expectativa dada la crisis económica precedente. «La más atípica fue también la de él, en razón de que se acortó en cinco meses la asunción, con una anticipación de sólo algunos días», rememora. Los últimos años de la Presidencia de Alfonsín hubo intentonas militares y una situación económica que implicó saqueos, cierre de comercios, etcétera. El alza de los precios alcanzó el 3079,5% en 1989 y disminuyó al 2314% en 1990, con el riojano presidente. En octubre de 1989 la pobreza había ascendido al 47,4%, unos 20 millones de argentinos. Menem y Duhalde comparten que de algún modo salvaron la situación precedente creada por dos gestiones radicales. «Entre ambos Duhalde la tuvo peor, pero no era presidente electo», sentencia el director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. Las similitudes están a la vista. «CFK y Menem fueron los únicos que se sucedieron a sí mismos mediante reelección. Ganaron en primera vuelta en forma contundente y la economía les jugó a favor, a la primera por el consumo y al segundo por el temor», remata.
Duhalde dejó la Presidencia en una situación mejor que en 2001. Néstor Kirchner, su sucesor, asumió en mayo de 2003, cuando el país comenzaba la recuperación económica. Tras 2002, año crítico en que la pobreza superó el 50% y el desempleo el 20%, para mayo del año siguiente se habían creado 600.000 puestos laborales, o sea, un incremento del 50% en la ocupación. En 2003, el PBI creció un 8,8%. Entre 2004 y 2007, la pobreza se redujo del 44,3% al 23,4% y la tasa de desempleo descendió del 14,4% al 9,8%.
«Por el desconocimiento pleno de su figura, la asunción de Néstor Kirchner fue muy atípica, es decir, por los interrogantes que generaba y la convicción del discurso a partir de sus características: un estilo desalineado, su birome, etcétera.», dice Haime. Dado el poco apoyo electoral que obtuvo (22,2% en primera vuelta), muchos pensaron que sería un gobierno de transición. «La situación de CFK al asumir el segundo mandato, posiblemente es más difícil que en 2007 en lo económico, aunque puede ser más fácil en lo político y es mejor que la enfrentada inicialmente por su marido», indica Fraga. «El patagónico sufrió una fragmentación tan grande que no era fácil deducir las expectativas específicas depositadas en ese candidato, al menos en la primera vuelta», sentencia Reynoso.
El país recibe el segundo mandato de la Presidenta de cara a una legitimidad electoral incuestionable que contrasta con una oposición muy atomizada. «La oposición tiene que reconstituirse, necesita proyectos y líderes», sentencia Mora y Araujo. «Mientras la gestión actual es un gobierno fuerte que goza de mucha confianza, los riesgos provienen de las divisiones internas en la coalición oficialista», advierte.

En lo externo, no debe perderse de vista la incertidumbre respecto de las repercusiones de la crisis financiera internacional. «El panorama en 2001 todavía hoy es la referencia para no perder de vista la situación actual», alerta Reynoso. La Presidenta necesitará muchas de sus fortalezas para afrontar los desafíos de un momento económico muy delicado.
«Junto a éste confluyen la necesidad de generar retoques en el actual modelo y satisfacer demandas y más de quienes la votaron. Su desafio es mejor que el ayer», finaliza Haime.

Raul Alfonsín 10/12/1983
«La democracia será, desde el primer momento, una fuerza movilizadora». Con esas palabras, el radical Raúl Alfonsín inicia una nueva era política en la Argentina. Entre sus primeras medidas, eleva sueldos y aplica medidas para reactivar el mercado interno. Y ordena el juzgamiento de las cúpulas militares.



Carlos Menem 08/07/1989 – 08/06/1995

En mayo del ’89, Carlos Menem obtiene el 47% de los votos para suceder a Alfonsín. El radical pasa de la primavera democrática a un contexto de hiperinflación y estallido social, con saqueos a comercios y supermercados. Alfonsín le pasa el bastón presidencial a Menem cinco meses antes de lo previsto. «Los argentinos quieren seguir con este modelo», expresa Menem en mayo del ’95, antes de que se produjera la primera reelección de la democracia después de la dictadura. Es que el Pacto de Olivos -firmado en 1994 entre la UCR y el PJ- reforma la Constitución y le permite a Menem volver a ser candidato presidencial, aunque esta vez es electo por un periodo de cuatro años con el 49% de los votos.

Fernando De la Rúa 10/12/1999
La Alianza y su fórmula De la Rúa-Álvarez obtiene el 48,5% de los votos. “Cuando hay que cubrir un bache del orden de los $ 10.000 millones no se puede decir que hay cuentas ordenadas», afirma en su asunción. De la Rúa asume sin la aprobación del las leyes del presupuesto y del paquete impositivo para el 2000.

Ramón Puerta – Adolfo Rodríguez Saá – Eduardo Camaño 20/12/2001 – 01/01/2002

Una salida precipitada por la crisis y el estallido social. Luego de gobernar por dos años y 10 días, De la Rúa renuncia el 20 de diciembre. Ramón Puerta, titular del Senado, fue presidente por tres días. Lo siguió Adolfo Rodríguez Saá, quien declara el no pago de la deuda externa. Lo sigue Eduardo Camaño.

Eduardo Duhalde 01/01/2002
Eduardo Duhalde se convierte en el quinto mandatario en 13 días. Es designado por la Asamblea Legislativa para completar el mandato de De la Rúa. «El que depositó dólares, recibirá dólares; el que depositó pesos, recibirá pesos», dice. Devalúa un 30% y pone fin a la convertibilidad.

Néstor Kirchner 25/05/2003
Duhalde anticipa la entrega del poder tras el asesinato de los militantes sociales Kosteki y Santillán. Néstor Kirchner, asume con el 22% de los votos. Cruza la calle Balcarce para saludar al público y un fotógrafo, sin querer, lo golpea con una cámara en la frente y le abre una herida.

Cristina Fernández de Kirchner 10/12/2007 – 10/12/2011
Un histórico cambio de mando ubica a Cristina Kirchner como la primera mujer en ingresar a la Rosada por el voto popular. Su marido le entrega la banda presidencial. Con el 54,11% de los votos, Cristina Kirchner es reelecta el 24 de octubre de 2011, luego de ser confirmada en las urnas como la primera fuerza política en las elecciones primarias. El día de su triunfo, expresa que Néstor Kirchner «es el gran fundador de la victoria de esta noche». Mañana asume su segundo mandato, con Juan Manuel Abal Medina como nuevo jefe de Gabinete y Hernán Lorenzino frente al Ministerio de Economía. Yauhar va a Agricultura. El resto del gabinete, sin cambios.

 

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