Ébola: los costos de una epidemia que no se detiene
El miedo se levanta como una muralla que dificulta la acción. «Todos los años existen epidemias, pero con el ébola, de 10 infectados, nueve fallecen», repara Raúl Mercer, coordinador del programa de Ciencias Sociales y Salud FLACSO Argentina. La situación es bastante similar a cuando aparecieron enfermedades nuevas, como sucedió en la Argentina a comienzos de los 80 con la epidemia de HIV en la que no se quería atender a los pacientes por desconocimiento de la transmisión del virus. El miedo genera una actitud de rechazo y es alentado porque no hay una vacuna ni tratamiento específico.
«El aspecto negativo reside en cuando la difusión no es la adecuada», indica el especialista de UCA. Sin embargo, el término psicosis tal vez sea exagerado. En el ámbito rural no se tiene conciencia plena de la situación epidemiológica y las comunicaciones son más endebles. «No creo que se justifique un estado de psicosis, pero sí de alerta máxima, ligado a mensajes de prevención», opina Carmen Báez, consultora independiente en salud pública con 27 años de trayectoria en África. «Los países afectados se encuentran en alerta sanitaria con todo lo que esta situación implica», remata Verdaguer.
La amenaza es muy baja para la Argentina. No existen vuelos internacionales que provengan directo de la zona afectada y, en el caso de que el pasajero realizara conexiones, solo contagian aquellos pacientes sintomáticos que presentan en un primer momento síntomas muy similares a los de una gripe intensa. No obstante, complementa Lilián Testón, médica epidemióloga miembro de Fundación Stamboulian – FUNCEI, el mayor riesgo lo tiene la gente que cuida a los enfermos; médicos, misioneros y trabajadores de la salud. Entre éstos, más de 60 han fallecido. Geográficamente, la amenaza es muy grave para los países vecinos. «Tienen que implementar controles en fronteras, pero carecen de medios de desinfección suficientes», remata Báez. Allí es, por caso, donde entra a jugar el papel de la comunidad internacional.
Reacción y costo
Si bien al comienzo parecía algo lejano, la OMS decretó el alerta porque la enfermedad superó los casos locales, propagándose fuera del foco original, y el riesgo de traslado de personas fue incrementando la preocupación. Desde todo esto, la comunidad internacional se mueve en forma rápida. Hay mayor conciencia. «En 2009 el brote del virus H1N1 sirvió como un antes y un después en estas situaciones críticas», explica López Rosetti. «El Banco Mundial, China y Japón realizaron donaciones por más de u$s 250 millones», ejemplifica Testón. Recientemente, la segunda, por primera vez en un contexto de emergencia sanitaria mundial, ha desplegado equipos médicos en el terreno. «China y los EE.UU. han enviado ayuda ya que son los grandes inversores en África, mientras la Unión Europea, un laboratorio móvil», enuncia la consultora independiente.
El rol de la OMS (y de otros actores internacionales) consiste en proponer la puesta en marcha de mecanismos de vigilancia epidemiológica. Caso contrario, si no hay adecuada comprensión por la población, ocupa ese lugar el miedo. En el corto plazo se trata de la prevención. «La organización desarrolló mensajes apropiados para informar a la comunidad y cómo notificar, tratar y manejar los contactos de los infectados», sintetiza la médica de Fundación Stamboulian. A mediano plazo se trabaja en una vacuna que no estará disponible, por lo menos, hasta fin de año. Asimismo, la información permite derribar la especulación. Uno de los mayores temores -infundados según opina del Castillo- es que el virus del ébola mute y propicie el contagio por vía respiratoria.
¿Se puede estimar el costo económico de la epidemia? Estando en curso es difícil, pero es claro que el ébola genera perturbación sobre la actividad económica y la productividad de los países afectados. No obstante, el costo principal es en vidas humanas. Se agrega el aumento de fallecimientos por otras enfermedades, entre otros múltiples dramas. «Solamente se atienden enfermos de ébola, dejándose de lado las patologías regionales del área, como la malaria», sentencia Testón. Para nosotros solo importa y atemoriza la posibilidad del contagio, que es lejana. «No hay una preocupación permanente que alerte sobre las condiciones de vida, pobreza y exclusión de las regiones hoy afectadas», lamenta y concluye Mercer. 3D
Otros brotes letales
El actual brote de ébola es el tercer alerta internacional de la OMS. El pánico se genera porque hubo peligrosas epidemias recientes como la del virus de influenza H1N1 (en un principio denominado gripe porcina y luego popularizada como gripe A) que, con origen en México, dejó en el mundo 18.500 muertes -según datos oficiales- entre 2009 y 2010, motivando la primera alerta en un estado de verdadera psicosis. El segundo fue un brote de poliomielitis este año. Otro motivo de temor fue el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) que, en 2003 y desde Hong Kong, se expandió por los viajes a todo el mundo, causando cerca de 8.500 casos con poco más de 900 decesos, principalmente en Extremo Oriente.
Pero más allá en el tiempo, se observa que el pánico se apoderó de Europa cuando en 1918 estalló la gripe española que mató entre 50 y 100 millones de personas en un solo año allí, y 30 millones en la distante China. La más famosa en el pasado fue la peste negra que diezmó un tercio de la población europea en el siglo XIV. “Se estima que fue causa de muerte de 25 millones tan solo en Europa”, finaliza la médica Lilián Testón.