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La GenZ eleva su voz en África

Ante la expectativa puesta en Marruecos de ser uno de los futuros anfitriones de la Copa Mundial FIFA 2030, hubo reacciones. Bajo la proclama “No queremos el Mundial, queremos sanidad” miles de jóvenes salieron a manifestarse en las calles de las principales ciudades marroquíes. Incluso antes que Marruecos, Madagascar entró en ebullición y las multitudes en la isla más grande de África y uno de los países más empobrecidos del mundo también se dieron cita en las calles.

Una ola de descontento juvenil se extiende por el Sur Global. En el continente más joven del mundo, la GenZ lidera protestas masivas exigiendo un cambio sistémico ante la crisis económica, la corrupción y la falta de oportunidades. Como un efecto dominó también en Asia, con protestas recientes en naciones como Nepal, Indonesia y Filipinas, pareciera que una escalada sirve de inspiración para la siguiente y así en lo sucesivo. En consecuencia, ahora se sumaron dos países africanos que hasta ahora parecían ajenos a la agitación: Madagascar y Marruecos.

El trasfondo es el mismo: un sistema que cruje y que es denunciado por coartar oportunidades a los sectores más jóvenes. En un continente demográficamente joven, donde el 70% de la población subsahariana no supera los treinta años, las protestas están convergiendo en una demanda de reforma integral del modelo político y económico.

En 2024 varios países africanos fueron noticia por altos niveles de agitación social que dieron lugar a masivas marchas y represión de las fuerzas de seguridad con números elevados de bajas civiles, personas heridas y arrestos masivos. En este listado se pueden incluir a Senegal, Kenia, Nigeria, Uganda, Angola y Mozambique a lo largo del año. Si bien los factores que desencadenaron la protesta son múltiples, hay una centralidad que atraviesa la mayoría de casos como en las manifestaciones más recientes en Madagascar y Marruecos, la economía, la preocupación por el costo de vida y la disparada de precios de algunos artículos y servicios en particular. El otro dato central es el de haberse dado una intensa movilización ciudadana que aglutina principalmente a estratos jóvenes de las sociedades movilizadas, la GenZ, en referencia a personas nacidas entre finales de los años 1990 y 2010.

Salud antes que estadios

Ante la expectativa puesta en Marruecos de ser uno de los futuros anfitriones de la Copa Mundial FIFA 2030, hubo reacciones. Bajo la proclama “No queremos el Mundial, queremos sanidad” miles de jóvenes salieron a manifestarse en las calles de las principales ciudades marroquíes pero la convocatoria debió moderarse por el accionar del dispositivo de seguridad estatal que provocó una oleada de arrestos indiscriminados y restringió nuevas concentraciones, además de arrestar a toda persona que hablase con la prensa.

Solo en Rabat, la capital, se reportaron más de cien detenciones. En una localidad al sur de Agadir, un ataque frustrado a una comisaría de la Gendarmería Real dejó al menos tres víctimas fatales y un número elevado de personas heridas el miércoles 1 de octubre. En septiembre, en la primera ciudad mencionada, ocho mujeres embarazadas murieron tras operaciones de cesárea en el principal hospital público, lo que se convirtió en un detonante central de la protesta.

Fuera del caso indicado antes y algunos otros más puntuales, las masas se expresaron pacíficamente reclamando sobre todo mejoras en las condiciones de salud y educación, de una forma multitudinaria que recordó al de las gigantescas marchas de las “Primaveras Árabes” de las cuales Marruecos resultó exenta en ese entonces.

Con reclamos sobre mayor presupuesto para educación y salud y menos gasto en construcción de estadios, las protestas fueron organizadas online, de un modo anónimo y pacífico, por un grupo que se hace llamar GenZ 212 y otro Morocco Youth Voices, mediante plataformas populares como TikTok, Instagram y el servicio de mensajería instantánea (y videojuego) Discord. También, como en otros ciclos contestatarios, la demanda por el fin de la corrupción se coló entre los reclamos, la deficiencia en los servicios públicos y la falta de oportunidades entre segmentos de la población muy joven en los cuales el desempleo se ubicó en el 22% en 2024. Las demandas se centraron en la responsabilidad del monarca Mohamed VI por la situación actual y, en consecuencia, se le exigen reformas en el gabinete y una parte de los reclamos apuntó a la renuncia del Primer Ministro, entre otras peticiones.

Ebullición malgache

Desde el jueves 25 de septiembre, incluso antes que Marruecos, “la isla de la vainilla” entró en ebullición y las multitudes en la isla más grande de África y uno de los países más empobrecidos del mundo también se dieron cita en las calles, sobre todo aglutinadas bajo el movimiento estudiantil universitario, principal foco de descontento. Si bien la protesta comenzó en la capital, Antananarivo, pronto se difundió a casi una decena de ciudades y, pese a su carácter generalmente pacífico, se dieron excesos como saqueos en comercios cometidos por sectores ajenos a las movilizaciones según aclararon desde la organización.

La razón inmediata del malestar fueron los cortes y la falta de suministro de agua y electricidad, además de la demanda por el respeto a los derechos fundamentales. Solo el 36% de la población isleña tiene servicio eléctrico y, en regiones más apartadas, ese porcentaje se reduce a apenas el 15%. De manera similar al caso marroquí, emergió una demanda central y mucho más fuerte: el pedido de renuncia del presidente Andry Rajoelina, acompañado de denuncias de corrupción y de una élite que vive en el lujo, disociada de la mayoría. Con saldo de 22 víctimas fatales hasta el momento y más de un centenar de personas heridas, el colectivo GenZ Madagascar, el principal promotor de las protestas, denunció el uso indiscriminado de la fuerza por parte de las autoridades contra civiles desarmados.

También la delegación de la Unión Europea, Naciones Unidas y seis embajadas mostraron su consternación por las muertes, responsabilizando al Estado, exigiendo el cese inmediato de la violencia e instando a la implementación de un diálogo constructivo. Al momento las protestas se pausaron en Antananarivo, pero continúan en otras locaciones por lo que la presión hacia el gobierno en remodelación no cede.

Efectos de las protestas

Como ocurrió el año pasado tras el descontrol en Kenia, también el presidente malgache Rajoelina, bajo presión por el efecto de la represión estatal, reformó el gobierno en el contexto del desafío más fuerte a su mandato desde su tercera reelección en 2023. Los cambios primero comenzaron con el despido del Ministro de Energía a lo que siguió días después la disolución entera del gabinete malgache incluyendo el puesto clave de Primer Ministro y la formación de un nuevo gobierno en un plazo breve con los actuales funcionarios como interinos. El mandatario, asimismo, manifestó su voluntad de poder dialogar con quienes protestan e hizo promesas sobre compensaciones a las empresas afectadas por los saqueos. De todos modos, la voluntad presidencial de cambiar el gobierno no logra por ahora acallar el descontento.

También se observó cierta voluntad conciliadora de parte de la monarquía marroquí al expresar su compromiso de escucha y de diálogo con la juventud disidente y el anuncio de reformas en sanidad, educación y oportunidades laborales para la juventud, entre otros temas, con medidas a evaluar como, por ejemplo, el aumento del número de profesionales de la salud. Sin embargo, parte del acuerdo se enmarca en el apoyo a las fuerzas de seguridad que intentan mantener el orden. Por su parte, avalando la distensión, Naciones Unidas reivindicó los derechos a la libertad de expresión y a la protesta pacífica en la nación magrebí. En suma, el gran operativo represivo en Marruecos permite vislumbrar la verdadera dimensión del poder de la casa real Alauita.

 

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