Lo que Borges no escribió
Arlt, Bioy, Sabato, Cortázar, Piglia y Saer, maestros de la novela argentina, ya tienen seguidores. Cultores de un género best seller en el país, Martínez, De Santis, Birmajer, Piñeiro, Andahazi y Mairal se enlistan entre los consagrados mientras que Dubcovsky, Oyola, Terranova, Bonelli, Bruzzone y Romero encaran la joven legión.
No es un género más. La novela conserva su trono hegemónico entre las estanterías locales y genera material for export. Valen la pena algunos ejemplos para entender la magnitud de este fenómeno: La pregunta de sus ojos, de Eduardo Sacheri, cautivó al talentoso Juan José Campanella. Juntos reescribieron el guión, lo adaptaron a la pantalla grande y crearon un blockbuster que le valió 2,5 millones de espectadores en los cines argentinos, una recaudación de US$ 1 millón sólo en los primeros cinco días de estreno y el Oscar como mejor película extranjera. La novela de Sacheri fue traducida a varios idiomas y causó furor en la feria de Frankurt. El matemático bahiense Guillermo Martínez se jacta -y con motivo- de ser el escritor argentino vivo más traducido del mundo: Crímenes imperceptibles, llevada al cine por Alex de la Iglesia como Los crímenes de Oxford, es leída en 35 idiomas. Federico Andahazi lleva vendidos más de 1 millón de ejemplares de El anatomista. Claudia Piñeiro volvió al ruedo con Betibú, que se mantiene primera dentro del género en el ranking de los más vendidos entre mayo y julio de 2011 en librerías Yenny y El Ateneo. Florencia Bonelli agotó en 10 días 20.000 ejemplares de su novela Caballo de fuego. París. Y aún hay tela para cortar. ¿Qué hay detrás de este fenómeno? ¿Cómo es la nueva novela argentina? ¿Quiénes son sus representantes? Un recorrido con las lecturas que no deben faltar durante su próximo momento de relax.
Costumbres argentinas
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Claudia Piñeiro |
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Sergio Bizzio |
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Pablo Ramos |
La novela transitó diferentes períodos. De sus iniciales pasos en el siglo XIX, a las sorprendentes historias trazadas por Arlt (Los siete locos), Sabato (El túnel), Bioy Casares (La invención de Morel) y Cortázar (Rayuela); el boom latinoamericano, los hijos y los nietos de éste; Saer (Glosa), Piglia (Respiración artificial) y tantos otros. Hoy, el género se renueva, inmerso en un marco social que describe sin medias tintas la vida en los countries, las clases marginales, los altibajos económicos y otros temas de coyuntura. Como Las viudas de los jueves, de Piñeiro, un policial que aludía tanto a la crisis de 2001 como a la eclosión de los barrios cerrados y que no tardó en convertirse en un best seller. “Este género es el instrumento literario que me es más natural. Tengo la cabeza armada para la posibilidad de expansión que da la novela y me cuesta la síntesis y precisión del cuento. Me gusta desarrollar los personajes. Y la novela es ese mundo”, opina la autora. “Es el género que me da más libertad y que se ajusta al andamio que necesito para mi búsqueda artística con la palabra. La libertad de estructura, la posibilidad infinita de renovación y la distensión que uno siente al saber que tiene tiempo para resolver las puntas que va abriendo, me hacen sentir como un pez en mar abierto”, coincide Pablo Ramos, autor de la recientemente publicada En cinco minutos levántate, María.
La Argentina es un territorio prolífico para la generación de novelistas. Así lo entiende Marcelo Birmajer, autor de Un crimen secundario y El siglo XX, entre otros. “El país, siendo una potencia cultural y aún endeble en lo político, económico y social, es un punto de partida original para cualquier ficción”, agrega.
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Pablo De Santis |
Por su parte, Martínez acaba de lanzar su última producción, Yo también tuve una novia bisexual. La trama habla de un profesor de literatura que debe viajar a los Estados Unidos para dar clases de español e inicia una relación con una alumna de sexualidad ambigua. “Hasta principios del siglo XX, el gran tema excluido de la literatura era la sexualidad. En las décadas del ‘80 y ’90, existió una superexplotación de ésta bajo la forma de ciertos clichés con tono violento y revulsivo. Quise escribir una novela con la que la gente la pasara bien, sin metáforas ni estilizaciones, con cierta crudeza pero no sórdida”, explica Martínez. En línea, Karina Galperín, profesora de literatura de la Universidad Torcuato Di Tella, sostiene: “Una amplia gama de temáticas sexuales poco visibles en la literatura aparecen ahora con una naturalidad comprobatoria, fuera de toda pretensión de shock”.
Pero en la novela contemporánea también hay lugar para la fantasía. Es el caso de Los anticuarios, de Pablo De Santis, la historia de un librero devenido vampiro que es perseguido por una especie de Van Helsing. “Cuando las novelas te acompañan a lo largo de horas se convierten en algo parecido a la vida”, explica. Como seguidor del género, le interesa “meterme dentro del libro, vivir en una realidad paralela”. Basándose en la tradición de los clásicos dentro de la novela, remata una evocativa confesión que hace a la escritura del género. “La clave de la novela argentina está en escribir aquello que Borges no escribió”, enfatiza. “Cada texto define su tradición. Casi en todos los casos está Borges, aunque no escribiera novelas”, agrega Martín Kohan, autor de Ciencias morales.
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Federico Andahazi,
cultor de la
novela histórica |
Entre los pesos pesados del género, Andahazi pisa fuerte, particularmente, en la novela histórica. Se consagró con El anatomista a fines de los ‘90 y publicó, entre otras, El secreto de los flamencos y El conquistador. “Por más de que transcurra en un pasado remoto, la novela histórica quiere ser una metáfora del presente porque, para tratar temas de actualidad, resulta estratégico remontarse a un pasado alejado. Me preocupa si el lector percibe dicha metáfora”, reflexiona.
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Marcelo Birmajer, autor de
Un crimen secundario |
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Best seller en Hollywood. Autor de La pregunta de sus ojos,
el libro llevado al cine por Juan José Campanella.
El filme ganó un Oscar y recaudó millones en la taquilla. |
Sacheri se volcó a escribir ficción por un deseo de contar su mundo alrededor. “Siempre me gustó leer y vi historias para contar de personas comunes”, comenta. Y explica que, si bien el formato que mejor le sienta es el cuento, lo que comienza siendo una aburrida vida de burocrático empleado judicial, ahora jubilado, lo inspiró a escribir la novela llevada al cine más taquillera de estos últimos años.
Socialmente responsables
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Guillermo Martínez, cuya obra se adaptó a
una película de Alex de la Iglesia |
“Estamos en un buen momento para la narrativa contemporánea. Borges y Sabato ya no son nuestros padres que nos preocupan sino abuelos a los que hay que agradecer”, subraya la escritora Carolina Sborovsky (El Bienestar). En esta línea, Sergio Dubcovsky, autor de Dos hermanos (llevada al cine y protagonizada por Antonio Gasalla y Graciela Borges), agrega: “En los últimos 20 años, el país fue un campo fértil para el desarrollo de novelistas importantes”. Dubcovsky vuelve a la carga con Mayo, un volumen que ahonda sobre dramas familiares, ambientado en un pueblo ficticio.
Estos dos jóvenes escritores integran una camada, la nacida en los ‘70, que supo dar a luz una literatura diferente. En oposición a generaciones pasadas, no sufrió la agitación política de la década que los vio nacer y su vida recordable transitó en el marco de la democracia. Los asuntos políticos quedaron desplazados por la marca de la desintegración social que vivió el menemismo. “El trauma de la violencia social es narrado por un nuevo tipo de escritor que se reivindica en la experiencia autobiográfica y cotidiana de la marginalidad”, sentencia Galperín.
Este narrador joven, por caso, ahonda en los tópicos sociales. “Exploro el concepto de bienestar como una idea porteña, una verdadera neurosis rioplatense que trata de la búsqueda egocéntrica y egoísta del placer, enmarcada dentro de una voz irritante que reporta lo porteño, con cierta pregnancia, tan honda en Buenos Aires, del discurso psi”, agrega Sborovsky.
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Juan Terranova |
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Leonardo Oyola aborda la
cultura popular y marginal |
Quien trata el tema de la marginalidad es Santiago Vega, conocido como Washington Cucurto, en su obra Cosas de negros, sobre el ambiente de la cumbia y el universo cultural de los inmigrantes de países limítrofes. “Alejada de la responsabilidad de entretener, la novela necesita volverse más política y más analítica”, resume Juan Terranova (Los amigos soviéticos).
En este sentido, Leonardo Oyola aborda la cultura popular y lo marginal. Autor de Chamamé, Santería y Kryptonita, que saldrá en septiembre, juega con el registro de lo musical en cada una de sus producciones. “A la guardia de un hospital público de Isidro Casanova ingresa herido de muerte el criminal Nafta Súper. El médico que lo examina descubre que no es un hombre común”, anticipa el autor a quien lo que más le atrae de la novela es la identificación con los personajes.
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Susana Sisman |
El dinamismo del género lo imprime la juventud que lo realza y la variedad de temas tratados, que son un corolario de la historia argentina reciente, con ribetes trágicos. “Lo más atractivo de la novela es su capacidad de adaptación. Es un verdadero animal mutante”, observa Félix Bruzzone, autor de Los topos, una obra sobre el ejercicio de la memoria histórica, y que centra su atención metafórica y humorísticamente en los desaparecidos. “La historia que tenemos como país en la literatura permite que exista gran producción y experimentación en este terreno. La novela arriesga a nuevos modos de estructura, lenguajes más actuales, un autor más involucrado y en muchos casos el cruce con la realidad con el uso de recursos de la crónica”, reflexiona el escritor marplatense Alejandro Quesada, guionista de Los exitosos Pells.
Las circunstancias cambian y los personajes son otros, pero hay una idea que persiste. La novela argentina sigue dando muestras de prodigalidad. Sus hijos son y seguirán siendo leídos por generaciones. APLife
Los escritores se confiesan
Plumas talentosas que sueñan, diagraman, prueban y ensayan. Algunas anécdotas y dichos que ayudan a entender cómo son.
• “La escritura es metódica de por sí. La narrativa tiene una lógica que la excede y no falla. Por ejemplo, hace varios años escribí un capítulo de una de mis novelas en una pc antigua. Lo perdí y tuve que volver a reescribirlo. Sin embargo, reapareció. El caso fue que era igual al primero, exactamente nueve páginas. Lo anterior demuestra que la narrativa tiene sus leyes y se ajusta a una lógica.” (Federico Andahazi).
• “Cuando escribí Un crimen secundario no usaba computadora. Hice 10 versiones mecanografiadas, emparchadas con Liquid paper. Al entregar el original, me deshice de las restantes. Dos años después, a Alberto Migré le pregunté cómo lo había ayudado la aparición de la PC. Me dijo que jamás había tocado una, y que consideraba un gran avance el Liquid paper, ya que, si fotocopiaba el original, el texto aparecía sin tachaduras.” (Marcelo Birmajer).
• “Perdí toda la segunda parte de Barrefondo y tuve que reescribirla. Llamé a un amigo especialista en sistemas para que me ayudara a recuperarla, pero no pudo. Mientras, yo me iba haciendo a la idea de reescribirla, me entusiasmé tanto que, cuando nos despedimos, él estaba hecho una impotente piltrafa, y yo bastante feliz.” (Félix Bruzzone).
• “Me tatué la palabra Chamamé como incentivo para terminar mi novela. Era mirarme en el espejo y ladrarme: dale, ponete a escribir”. (Leonardo Oyola)
• “Me involucro imaginando cómo se sentirán esos seres que me han revelado sus emociones desde la primera página.” (Susana Sisman, autora de Cuando Virginia Woolf desató la cinta azul).
• “Puedo nadar en distintas aguas. No tengo que trabajar, eso es lo que más me gusta de escribir, en una palabra, hago lo que me gusta.” (Sergio Bizzio, autor de Era el cielo y La rabia).
• “Desde chico fui un lector entusiasta y ese es el principio de todo. Sólo he querido contar historias que me gustaría que me cuenten.” (Ricardo Romero, autor de Perros de la lluvia y de una trilogía policial, gótica y futurista que en septiembre tendrá su cierre con El spleen de los muertos).
• “Mi novela Los destierrados narra la mudanza del pueblo de Federación por la represa de Salto Grande. El libro fue presentado allí. Tenía todo para perder siendo escrita por un porteño. Sin embargo, la noche empezó con desconfianza pero fue una catarsis colectiva, algo mucho más intenso que cualquier cosa que yo imaginara. Eso me confirmó la fuerza que puede tener la ficción.” (Pablo Toledo).
• “Estaba en Berlín escribiendo En cinco minutos levántate, María. Yo trataba de meterme en la cabeza y en el alma de una mujer de casi setenta que reflexionaba sobre su familia. Me había venido a visitar una amiga-amante y ella se había indispuesto. Estaba tirada en la cama con mucho dolor. Ella dijo que extrañaba la menstruación. Pensé sorprendido que nadie puede extrañar esto. Llamé a mi madre, que es la que me inspiró la novela. El diálogo fue así:
-Hola má, ¿te molesto?
-Teniendo en cuenta que son las 2 de la mañana… sí.
-Perdón, ¿te llamo en otro momento?
-Teniendo en cuenta que llamás desde tan lejos y que te quiero tanto, no, sigamos hablando.
-¿Extrañás la menstruación? ¿Se puede extrañar eso?
Ella me contestó que sí, y me contó todo lo que significa la menopausia. Cortamos y me di cuenta de que estaba en vena, de que ya no necesitaba preguntarle nada a nadie, que el milagro otra vez se había realizado y yo tenía novela y que la iba a escribir.” (Pablo Ramos).
Diez recomendados. Mini guía abreviada de la nueva novela argentina.
La pregunta de sus ojos
Eduardo Sacheri
Un ex funcionario del poder judicial recuerda una historia que transcurre en los albores de la una de las épocas más violentas de la Argentina, los ‘70.
Alfaguara, 2009
320 páginas
Crímenes imperceptibles
Guillermo Martínez
Un estudiante argentino llegado a Oxford descubre un crimen atroz. La serie de homicidios será un desafío dentro de la lógica para un experto.
274 páginas
Betibú
Claudia Piñeiro
Pedro Chazarreta aparece muerto en lo que se supone un suicidio. La investigación se pregunta si esa muerte guarda relación con el homicidio de su mujer hace tres años.
Alfaguara, 2011
352 páginas
Mayo
Sergio Dubcovsky
En la ficticia Villa Laura, narra la historia de una familia que acaba de perder al padre, hombre de pocas palabras.
Mondadori, 2011
208 páginas
Perros de la lluvia
Ricardo Romero
Una Paraná solitaria es protagonista de historias que se cruzan asoladas por un mismo factor común, la soledad.
Norma, 2011
280 páginas
Los amigos soviéticos
Juan Terranova
En la Buenos Aires de 2008, asolada por el conflicto entre el Gobierno y el campo, la historia tiene por protagonistas a un argentino y sus dos amigos rusos inmigrantes.
Mondadori, 2009
208 páginas
La despedida
Marcelo Birmajer
Cuando fallece su único amigo, Dreidel emprende un deambular sin sentido por las calles de Buenos Aires y el conurbano. Una reflexión profunda sobre la amistad.
Norma, 2009
352 páginas
Barrefondo
Félix Bruzzone
Lo que en principio parecer ser la historia de la monótona vida de un limpiador de piletas, se transforma cuando Tavo se siente testigo de un crimen.
Mondadori, 2010
216 páginas
Los anticuarios
Pablo De Santis
Una cruza original entre anticuarios y vampiros inunda un relato fantástico en el que uno de éstos debe correr por su vida.
Planeta, 2010
272 páginas
Carolina Sborovsky
En forma de diario íntimo, elucubra algo que resultaría paradójico: alcanzar el bienestar sin recaer en el egoísmo.
El fin de la noche, 2010
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Sergio Dubcovsky |
Las fotos han sido suministradas por cada uno/a de los/as entrevistados/as.